No me puedo identificar más con María Magdalena hoy…, esta sensación de silencio, de soledad profunda, de no poder correr con mis hermanas y hermanos en la búsqueda de la vida “como quisiera”, porque la muerte por asesinato nos invade los corazones, el pecado se nos hace presente desde Caín y Abel Gn.4, de una manera tan especial, que cuesta mover esa piedra… de mentiras, de falsas ilusiones, de anonadamiento de la Vida.
Tras esa piedra sabemos que no hay cuerpo que guardar, por lo tanto tampoco debo guardar el mío de cuanto acontece a mí alrededor, porque Dios nos ha creado a imagen y semejanza por lo tanto… no hay nada que guardar. Pero lo que más me cuesta es no poder escuchar su voz en medio de tanto ruido blasfemo y farisaico, de tanta mentira y abuso de poderes, de tantas esclavitudes.
Nada me consuela más que rememorar los hechos de Jesús, ahí de nuevo brota la esperanza, la resistencia y la resiliencia para continuar haciendo oído, abriendo los ojos, pero especialmente el corazón, porque Sí, hay un mañana y como Miriam cogeré la pandereta.
En la Iglesia, en ocasiones, decimos valorar lo pequeño pero, con frecuencia, no deja de ser una declaración de intenciones que no terminamos de incorporar a nuestro mapa mental y emocional.
Si escuchamos la palabra de Jesús, esta actitud en él es recurrente (la pequeña semilla de mostaza, el óbolo de la viuda, las palabras sencillas pero firmes de la mujer sirio fenicia, el suave toque de la hemorroísa a su túnica…).
La Revuelta de mujeres en la Iglesia nace pequeña y, a día de hoy es, también, una pequeña experiencia. Y convendría no olvidarlo para volver a ese origen cuando las fuerzas flaqueen y las dificultades se hagan más patentes.
Que algo nazca pequeño en el contexto de la comunidad eclesial le da garantía para no perder el norte y mantener los pies asentados en la tierra buena del Espíritu/Ruah y, desde esa tierra, las mujeres de la Revuelta están recorriendo un camino con sentimiento de estar construyendo historia.
Los signos de los tiempos, otra referencia de la palabra de Jesús, venían avisando ya desde antiguo: la genealogía de mujeres a las que las de la Revuelta rinden homenaje en sus reivindicaciones, encuentros y celebraciones prefijaban una autoconciencia en la que no coincidían el saberse con el estar. Porque la reflexión de la que nacen las reivindicaciones de las revoltosas surge de un saberse sujetos de plenos derechos y un estar en un territorio físico e ideológico que se los niega: el sistema patriarcal que atraviesa a la Iglesia.
Este desajuste ha tenido diversas características en los diferentes tiempos históricos y es en el S. XX cuando el movimiento feminista, civil y laico, ofrece referencias que ayudan a mujeres en la Iglesia a interpretar y reivindicar su lugar en la institución.
Por eso muchas de las mujeres de la Revuelta de hoy son las de los colectivos que, en los años setenta, ochenta y noventa, iniciaron un camino de reflexión, reconocimiento y celebración como mujeres que ejercían y reivindicaban su realidad y sus derechos en el seno de la Iglesia, machista y patriarcal en sus reflexiones y comportamientos.
Una de las buenas noticias que acompañan este proceso que eclosiona como Revuelta en 2020 es que hermanas pequeñas, hijas y nietas de aquéllas también se han vinculado y se reconocen revoltosas. La otra buena noticia es que el movimiento se ha producido a nivel internacional lo que supone una diversidad que nos enriquece y hace más fuertes para soñar y prefijar la Iglesia otra por venir.
Vivimos, en medio de tanto dolor e incertidumbre mundial, un rayo de esperanza (entre otros), caminando en este 2022 hacia el Sínodo de mujeres que permitirá llevar en octubre, a Francisco y a la comunidad eclesial, voz, grito y propuestas de vida digna en la Iglesia, para todas y todos, hasta que la igualdad se haga costumbre.
Porque la Revuelta es imparable, no olvidemos que procede de lo pequeño.
Feministas Pro Derechos con la
Revuelta de las Mujeres en la Iglesia
¿Si hemos esperado 20 siglos, tendremos que
esperar otros 20 para ver lograda la deconstrucción del patriarcado
eclesial?
·Somos mujeres creyentes, educadas en la fe y por opción seguidoras
y discípulas de Jesús de Nazaret, este hombre que, sin saber de feminismo,
intentó cambiar, con su hacer transformador, el trato con las mujeres y con
todas las personas que en aquella sociedad judía estaban estigmatizadas y, por
tanto, excluidas de relaciones sociales y comunitarias.
·Esta fe es la que hace que nosotras, junto a mujeres creyentes y
no creyentes, comprometidas en la defensa de los derechos humanos y activistas
en la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) apoyemos la Revuelta
de las Mujeres.
·La Iglesia es y continúa siendo heredera, en algunos aspectos, del
judaísmo, cuando sigue dando la primacía a los varones y silenciando a las
mujeres, incluso reforzando categorías y roles patriarcales que han devaluado
el trabajo de las mujeres, invisibilizándonos, inculcándonos sumisión
y, en fin, acallando a veces con desprecio la formación y cualidades que hemos
puesto y continuamos poniendo en juego, sin tener posibilidades de participar
en los órganos de decisión y gobierno. Lo vivido en el espacio eclesial respecto
al patriarcado lo compartimos en todos los ámbitos sociales, donde también,
durante siglos, las mujeres hemos venido siendo silenciadas.
·Hace años la Revista Alandar sacó una colección de cuentos (15
sueños y una sueña de Martin Valmaseda), y uno de esos relatos, titulado “He
tenido una sueña”, revela de forma gráfica y humorística como los templos se
quedarían vacíos sin las mujeres, si no hubiéramos estado ahí y continuáramos
estando.
·En las redes sociales del movimiento la ‘Revuelta de las Mujeres
en la Iglesia’ encontramos estas palabras: “Somos mujeres creyentes
comprometidas con la causa de Jesús que luchamos por la renovación de la
Iglesia y la transformación social. Queremos alzar la voz y manifestarnos por
la profunda discriminación que sentimos en la Iglesia: ¡Basta ya! ¡Hasta
que la igualdad se haga costumbre! o aquel otro grito, ¡si las mujeres
callamos, gritarán las piedras!”.
·La explosión de salida de aquel marzo de 2019 fue el inicio de la
toma de conciencia de las mujeres católicas, con un “¡Basta ya!”. También, ese
8 de marzo de 2019, multitud de mujeres, principalmente, ocupamos las plazas y
calles de nuestras ciudades unidas bajo el grito de “¡Basta ya de
desigualdades, de opresión, de sumisión!
·Ambas manifestaciones no surgieron en un día, sino que a través de
los años los diversos feminismos han venido gestándose en el interior
de los movimientos hasta reunir las sinergias suficientes para salir a la
calle. Uno y otro confluyen y, es más, las mujeres de la Iglesia también participamos,
reflexionamos, debatimos en los movimientos feministas como bien lo dice Pepa
Torres, Trabajadora Social y Teóloga, religiosa, que en el barrio de Lavapiés
en Madrid va entretejiendo su vida con las personas vulnerables del barrio,
haciendo camino de liberación.
·Los testimonios de Christina Moreira, 1ª Presbítera de la Iglesia
Católica; Javier Baeza, párroco de San Carlos Borromeo en Madrid; Pepa Monleón,
pedagoga, del colectivo Mujeres y Teología; y otras más que aparecen en este
vídeo expresan claramente cuáles fueron las motivaciones de la Revuelta:
En Sevilla, Mercedes López Herrera, enfermera y teóloga
de la Asociación de Mujeres y Teología de Sevilla, y Pilar Lasheras - ambas de
la plataforma de Mujeres Cristianas de Sevilla-, Comunidades de Vida Cristiana
(CVX), HOAC Sevilla, mujeres de varias parroquias y Colectivo de iguales, La Poderío,
nos explican que el 29 de enero de 2020 iniciaron un grupo de WhatsApp, que el
11 de febrero tuvieron su primera reunión y que el 1 de marzo fue uno de los
grupos que se unieron a la Revuelta. Así de fácil y así de rápido conformaron
una red espontánea, voluntaria y diversa que traspasa las fronteras, porque,
como ellas dicen, se les ha negado la palabra, la voz y el voto, la toma de
decisiones y el liderazgo.
·Detrás y delante o de fondo hay teólogas internacionales como la
brasileña Ivone Gebara, la alemana Elizabeth Shussler Fiorenza y la americana
Elisabeth A Johnson, las alemanas Voices of Faith y Catholic Women’s
Council, que es un grupo global de redes católicas romanas que trabajan por el
pleno reconocimiento de la dignidad y la igualdad en la Iglesia, al que nos
hemos afiliado las españolas. Se han atrevido, como alguna de ellas dice,
a ponerse las gafas moradas y ver el mundo y la realidad con otros ojos, mirada
que confluye con la denuncia que hacemos las mujeres en distintos ámbitos,
exigiendo la igualdad como sujetos de pleno derecho. Lo exigen y exigimos en el
ámbito académico, en el que hay una gran desproporción entre las teólogas
preparadas y los puestos docentes que ocupan; respecto a los cuidados,
señalando que es una tarea que se aprende, que no está diseñada solo para
mujeres, que el cuidado humaniza, incluido el cuidado de la casa común que
es nuestro planeta; por supuesto, exigiendo el acceso al diaconado y
presbiterado femenino,que durante
siglos han detentado los varones sin ninguna justificación teológica firme y
solo basado en una tradición que se ha perpetuado y anquilosado durante siglos;
optando por una Iglesia, pueblo de Dios y comunidad fraterna que persigue el
proyecto igualitario de Jesús y del Evangelio y no una Iglesia construida sobre
el poder, el autoritarismo y el machismo.
·En 2021, el Papa Francisco convocó el Sínodo de los Obispos, Por
una Iglesia Sinodal, es decir, una Iglesia, un pueblo de Dios que participa en
todas sus estructuras, interviene y actúa haciendo camino conjunto, viviendo un
proceso al que estamos llamadas todas las personas creyentes y que terminará en
2023. A este proceso se une la Revuelta de las Mujeres o, mejor dicho, añade su
experiencia de sinodalidad, de caminar juntas desde tiempos inmemoriales y
exigiendo igualdad en dignidad y derechos, convocando el Sínodo de las Mujeres
en octubre de 2022 en Roma, donde se entregarán las conclusiones a las que han
llegado las mujeres creyentes de todo el mundo respecto a la situación de la
mujer en la Iglesia; poder, participación y representación; estructuras y
rendición de cuentas; los sacramentos (bautismo, confirmación, penitencia,
eucaristía, orden sacerdotal, matrimonio, unción de enfermos, todos ellos
administrados por varones) y resistencia y esperanza. Es pues, un
movimiento universal de reivindicación de la igualdad y dignidad de las
mujeres, que no tiene marcha atrás.
·El área de Feminismos de la APDHA está comprometida con todos
aquellos grupos que empoderan a las mujeres que han vivido y que
viven en exclusión y, por lo tanto, que ven vulnerados sus derechos, como es la
experiencia de bastantes mujeres en la Iglesia. Este artículo es expresión de
nuestra complicidad y sororidad con la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia,
porque también algunas de nosotras compartimos este mismo sentir y participamos
de ello.
·Estamos muy agradecidas a Mercedes López Herrera, que nos ha
proporcionado una documentación valiosa para escribir este artículo y de la que
nos consta su implicación en la Revuelta de las Mujeres.