La Mujer en la Iglesia y el
papado de Benedicto XVI
¡Buenos días!
Agradezco la
invitación a participar en este panel de análisis sobre la renuncia de
Benedicto XVI, noticia que ha causado revuelo y un sinfín de reacciones en el
mundo entero.
Me dirijo a
ustedes como mujer laica, casada y católica comprometida, para emitir la opinión
sobre lo que considero un tema pendiente de los papados anteriores, el asunto
de la ausencia de las mujeres en la Iglesia, es decir, la invisibilidad de la mayoría
de los miembros que la conforman, yo diría que es un pecado de lesa humanidad: Sin
duda, presentaré un análisis del Papa saliente, pero pretendo ir más allá de la
persona de Joseph Ratzinger, pues tenemos que reconocer que la situación de
exclusión de las mujeres no es un asunto exclusivo de su pontificado, sino que
es un tema latente en la historia de la Iglesia .
Recordaremos que
tras el conservadurismo de Juan Pablo II, se anhelaba un papa valiente, abierto
y dinámico que inyectara aire fresco a la Iglesia reconduciéndola por los
caminos renovadores del Concilio Vaticano II, un Pontífice que se comprometiera
con el Evangelio, y que emprendiera las reformas ya imprescindibles al interior
de la Iglesia; en concreto, un nuevo Papa, para un nuevo milenio.
Desgraciadamente, esta esperanza era algo prácticamente imposible, dada la
configuración del Colegio cardenalicio de su predecesor. Por eso, cuando se dio
a conocer el nombre del cardenal elegido, Joseph Ratzinger, una ola de decepción
e impotencia abatió a buena parte de la Iglesia y a amplios sectores de la
sociedad, porque era de sobra conocido su carácter mesurado e intransigente,
demostrado en su etapa de presidente de la Congregación para la Doctrina de la
Fe.
Hoy, pasados 8
años de este papado, hemos constatado que este temor no era infundado, tanto,
que podríamos decir que la mayor parte de la cúpula de la Iglesia jerárquica ha
pasado del conservadurismo al integrismo religioso, ya que Benedicto XVI ha
reanimado y reforzado el régimen de la cristiandad, basado en el poder de una
Iglesia jerárquico-patriarcal-absolutista, encabezada por un monarca
plenipotenciario.
Los últimos dos
jerarcas Juan Pablo II y Benedicto XVI-, además de haber dado lugar a varios
escándalos por todos conocidos, han interpretado el Concilio Vaticano II en
clave tradicionalista imponiendo un camino de involución. Parecen haber
olvidado que la misión de la Iglesia es llevar la Buena Nueva de Jesús de
Nazaret a esta humanidad que se ve interpelada continuamente por los signos de
los tiempos y que busca ansiosamente al Espíritu en su vida cotidiana.
Me gustaría
enfatizar dos aspectos con respecto a este último papado:
·
El cuestionable y ambiguo papel
que Benedicto XVI jugaba a la vez, como Papa y como teólogo, estrategia que le permitió
retroalimentar su posicionamiento tradicionalista y sus discursos dualistas.
·
Y su concepción rigorista del
dogma y obsesión por el relativismo y por la ideología de género, que le
llevaron a imponer medidas disciplinarias más propias de la Inquisición que de
la caridad cristiana: como la política de fomentar el miedo, la sumisión y el
servilismo, el acallamiento de quien discrepara, las coacciones a las y los superiores
de congregaciones religiosas, a obispos y responsables diocesanos, a
catequistas y personas comprometidas, a comunidades de base, a editoriales
católicas y al silenciamiento de teólogas y teólogos en todo el mundo[i].
En los 14 años anteriores
al papado de Juan Pablo II, Joseph Ratzinger fue profesor titular de Dogmática
en distintas Universidades alemanas. Más tarde, fue miembro del Tribunal
Supremo de la Signatura Apostólica y de las Comisiones Pontificias para América
Latina, para la Interpretación auténtica del Código de Derecho Canónico, y director
de la Comisión Pontificia para la preparación del “Catecismo de la Iglesia
Católica”. Con esta trayectoria, nos podemos dar cuenta de su conocimiento y
preferencia por las cuestiones dogmáticas por encima de los valores del
Evangelio y de su cerrazón ante la novedad del mundo posmoderno.
Con respecto al
tema de la mujer, ya como cardenal, estuvo encargado de presentar, el 30 de
septiembre de 1988, la Carta Apostólica que Juan Pablo II dedicara a las
mujeres “La Mulieris Dignitatem” (La
dignidad de la Mujer), y como prefecto de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, el 31 de julio de 2004, manteniendo la misma línea de su predecesor,
presentó la “Carta a los Obispos de la
Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el
mundo”. En dicho documento, el Santo Padre elogia a las mujeres y las
exhorta a que, “obedientes a la autoridad
eclesiástica y bajo su tutela, continúen siendo preciosos instrumentos al
servicio de la construcción de la civilización cristiana”. [ii]
Así mismo, esta
carta presenta las directrices de lo que, a juicio de Benedicto XVI, debería
ser el verdadero feminismo, “el feminismo
cristiano”[iii],
en donde emplea un lenguaje maniqueo que, por un lado excluye y minusvalora, a
las mujeres y por el otro las idealiza, dividiéndolas en dos únicas categorías:
Buenas: las que
aceptan la misión, el rol y las directrices que les asigna el amor
patriarcal-androcéntrico.
Y malas: las que
han tomado una postura crítica y activa en defensa de las personas más
desfavorecidas de nuestra sociedad y que se han sumado al ámbito del trabajo
fuera del hogar.
Benedicto XVI, plantea,
en cuanto a la adquisición de la plena dignidad de la mujer, su triple misión vocacional:
como esposa, madre y confinada a las labores del hogar. Por ello, uno de los temas
a los que más referencia y énfasis hizo el Papa saliente, fue el de la
maternidad. En todos sus discursos ha manifestado el aprecio personal y el
valor de la maternidad en sí misma, más aún, ha hecho ver cuán lejos está de
alcanzar su plena dignidad, la mujer que no corresponde a su misión natural. Como
podemos ver, el Benedicto XVI, adoptó en todo momento un claro posicionamiento
antifeminista y una habitual actitud de sospecha y desprecio, no sólo hacia la
emancipación de las mujeres, sino también hacia su liderazgo, su formación y su
trabajo.[iv]
Con todo esto, me
parece indispensable mencionar el reciente y renombrado caso de la Leadership
Conference of Women Religious (LCWR), o Conferencia de Liderazgo de Mujeres
Religiosas, ya que es un claro ejemplo de la postura del papado para con las
mujeres que han intentado asumir ciertos puestos de liderazgo.
Dicha Conferencia
se fundó en 1956, y está constituida y permanece bajo la dirección suprema de
la Santa Sede. Ésta representa más del 80% de las 57,000 religiosas de los
Estados Unidos. Sus integrantes son mujeres que tienen los más altos títulos
académicos, algunas son catedráticas en reconocidas Universidades
estadounidenses, otras ocupan destacados puestos administrativos, o son
directoras de servicios pastorales y otras tantas son escritoras y han
publicado gran cantidad de libros que sirven como material de estudio para
diversos grupos en todo el mundo. Podría seguir enumerando los cargos que han
desempeñado y las reformas que han logrado en cuanto a materia de asistencia
médica y atención sanitaria. Pero lo más sorprendente de este grupo sororal de
mujeres es su indiscutible compromiso, e invaluable labor a lo largo de todos
estos años, ya que ellas han luchado hombro con hombro con las personas más vulnerables
y excluidas de la sociedad, llenas de Espíritu evangélico. Han comprometido sus
vidas en un seguimiento radical a Jesús, es por esto, que ellas están a favor
de la ordenación femenina, del aborto en ciertos casos, del empleo de métodos
anticonceptivos, de la indisolubilidad del matrimonio y del divorcio
dependiendo el caso, del acercamiento pastoral a los homosexuales, ya que
afirman, que “estas no son causas
feministas, sino cristianas”[v].
En 2001, después
de un largo proceso de investigación por parte del Vaticano a la Conferencia de
mujeres, hubo un rompimiento de relaciones entre la LCWR y el Vaticano. La
Congregación para la Doctrina de la Fe, autorizó al arzobispo Peter Sartain y a
otros dos Obispos delegados, a revisar los estatutos, los programas y los planes
de trabajo de la LCWR, alegando que había en dicha Congregación, una
prevalencia de ciertos temas feministas radicales. [vi]
El 18 de abril del 2012, los delegados de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, presentaron en un informe conocido como
“Evaluación doctrinal,” la acusación a las religiosas, argumentando que éstas,
incurrían en graves errores y desviaciones doctrinales y pastorales. Las
integrantes de la Congregación, no estuvieron de acuerdo con dicha acusación, y
en el mes de junio, las representantes de la LCWR, las Hermanas Florence
Deacon, Pat Farrell y Carol Zinn, se reunieron con los delegados y les
expusieron claramente su postura, argumentando que la descripción que se daba
en el informe presentado, provenía de un proceso de investigación insuficiente
y defectuoso. [vii]
Este caso en
contra de las religiosas norteamericanas muestra lo que antes he sustentado
sobre la postura de la jerarquía ante el papel de la mujer en la Iglesia, y su
emancipación en el HOY de nuestra sociedad. Por ello, antes de terminar, deseo
compartirles la opinión que tienen sobre la Iglesia jerárquico-patriarcal dos
reconocidas feministas:
La primera, la activista mexicana Marcela
Lagarde quien en una entrevista realizada el año pasado para el diario el País,
afirmó: “La política del Vaticano ha
causado en mi país más daño a las mujeres que el narco[viii]”.
Y la segunda, la religiosa norteamericana Louise Aker, (Directora de la oficina
de Paz, Justicia e Integridad de Creación por las Hermanas de la Caridad), en
una entrevista para la cadena de televisión NBC, el pasado jueves 14 del mes en
curso, quien declaró: “La Iglesia es de
los últimos bastiones que sustenta el sexismo”[ix].
Por lo dicho, las
mujeres, que somos piedras angulares y vivas en la Iglesia y la mayoría en
número y en presencia, consideramos como tarea urgente para el próximo papado lo
siguiente:
1.
Partir de la certeza de que
nuestra Iglesia es una comunidad conformada con la participación de hombres y
mujeres que buscan los valores del Evangelio y que ambos tenemos la
corresponsabilidad de llevar la Buena Noticia al mundo actual y en especial a
las personas más desfavorecidas.
2.
Exigimos el reconocimiento de
las mujeres como sujetos de pleno derecho,
recordando que ellas conforman más de la mitad de la humanidad, más de
la mitad de los miembros de la Iglesia. y que como hijas de un mismo
Padre-Madre, somos dignas de ejercer puestos de liderazgo en la Iglesia.
3.
Que se reconozca la libertad de
conciencia y la autoridad moral de mujeres y jóvenes en la toma de decisiones
sobre su sexualidad.
4.
Recordar que el verdadero
pecado del mundo es: el olvido de las personas más desamparadas, las minorías
étnicas y raciales, de las personas de diversa orientación sexual y las víctimas
de la violencia económica, política, ideológica y social.
Esto es lo que
consideramos que significaría para las mujeres la presencia del Espíritu Santo
en la Iglesia, como señaló la teóloga brasileña Ivone Gebara en su artículo
recientemente publicado por Adital con el motivo de la renuncia de Benedicto
XVI, “El Espíritu es Aliento de compasión y de ternura, Aliento
de igualdad y de diferencia[x]”.
El Espíritu Santo, o como en hebreo diríamos, Santa Ruah, que es femenino,
es un elemento que es urgente agregar al siguiente papado para que se humanice
y vuelva a recordar su misión primera, el amor a los y las pobres de este
mundo, a las hijas e hijos de un mismo Dios.
Muchas gracias
por su atención.
Marisa Noriega.
27/II/2013
[i] ZUBÍA G. Marta, Para nuestra
memoria histórica, las mujeres en las voces de los Papas. EVD., 2011.
Estella (Navarra), España., pp. 74-75.
[ii] RATZINGER Joseph, AMATO Angelo, Carta a los Obispos de la Iglesia
católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo,
30 de mayo de 2004; www.zenit.org/spanish/visualizza./phtml?sid=57635.
[iii] ZUBÍA G. Marta, op.cit, Para nuestra memoria histórica… p. 159.
[v] Final del discurso de la presidenta de la LCWR
¿Cómo
podemos navegar en el cambio? Viviendo con gozosa esperanza. https://lcwr.org
[vi] http://www.elplural.com/2012/04/19/benedicto-xvi-trata-de-atar-en-corto-a-las-monjas-disidentes-de-eeuu/
[vii] http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2012/06/12/lcwr-vaticano-advierte-doctrina-iglesia-monjas-feministas-religion-eeuu-homosexualidad-sacerdocio.shtml
[viii] LAGARDE Marcela, Revista Tiempo Real, Noviembre 16, 2012.
[ix] Interview with Sister Louise Akers,
SC on MSNBC/ Pope's Resignation/Hopes for Renewal of Church
http://video.msnbc.msn.com/jansing-and-co/50810222#50810222
[x]
http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2013/02/22/la-eleccion-de-un-nuevo-papa-y-el-espiritu-santo-iglesia-religion-papa-obispos.shtml
[1] ZUBÍA G. Marta, Para nuestra
memoria histórica, las mujeres en las voces de los Papas. EVD., 2011.
Estella (Navarra), España., pp. 74-75.
[1] RATZINGER Joseph, AMATO Angelo, Carta a los Obispos de la Iglesia
católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo,
30 de mayo de 2004; www.zenit.org/spanish/visualizza./phtml?sid=57635.
[1] ZUBÍA G. Marta, op.cit, Para nuestra memoria histórica… p. 159.
IV ZUBÍA G. Marta, ibid, p 142.
[1] Final del discurso de la presidenta de la LCWR
¿Cómo
podemos navegar en el cambio? Viviendo con gozosa esperanza. https://lcwr.org
[1] http://www.elplural.com/2012/04/19/benedicto-xvi-trata-de-atar-en-corto-a-las-monjas-disidentes-de-eeuu/
[1] http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2012/06/12/lcwr-vaticano-advierte-doctrina-iglesia-monjas-feministas-religion-eeuu-homosexualidad-sacerdocio.shtml
[1] LAGARDE Marcela, Revista Tiempo Real, Noviembre 16, 2012.
[1] Interview with Sister Louise Akers,
SC on MSNBC/ Pope's Resignation/Hopes for Renewal of Church
http://video.msnbc.msn.com/jansing-and-co/50810222#50810222
[1]
http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2013/02/22/la-eleccion-de-un-nuevo-papa-y-el-espiritu-santo-iglesia-religion-papa-obispos.shtml
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