Congreso en la Pontificia Universidad Antoniana de Roma
MARISA NORIEGA, Socia fundadora de la Asociación Mexicana de Reflexión Teológica Feminista, A.C. marisanoriegacan@gmail.com
MÉXICO.
ECLESALIA, 03/06/15.- El pasado 28 de
Abril, se llevó a cabo en la Pontificia Universidad Antoniana de Roma,
el Congreso: “Mujeres en la Iglesia: perspectivas en diálogo” (“Donne
nella Chiesa: Prospettive in dialogo”). Dicho encuentro se realizó
gracias a la iniciativa de dos mujeres la Hermana Mary Melone (primera
mujer rectora de dicha Universidad) y la embajadora de Chile ante la
Santa Sede, la Sra. Mónica Jiménez de la Jara. Su sueño se hizo
realidad, gracias al apoyo de la Pontificia Universidad Antoniana, la
Embajada de Chile, las Embajadas de Estados Unidos, Inglaterra y la
Unión Europea ante la Santa Sede.
La Hna. Melone fue quien dio la
bienvenida y pronunció las palabras inaugurales del Congreso. Empezó
afirmando, que la participación de las mujeres en la Iglesia es un
desafío que ya no puede posponerse. Así mismo declaró, que el programa
de este Congreso se debe a la escucha del llamado constante e insistente
que hace el Papa Francisco al referirse al binomio mujeres-Iglesia.
La Hermana Melone, fue quien dio la
bienvenida y pronunció las palabras inaugurales del Congreso, en donde
afirmó que el programa de dicho evento, es resultado del llamado
constante e insistente del Papa Francisco, a la participación activa de
las mujeres en la Iglesia y a enfatizar el binomio mujeres-Iglesia, lo
cual representa un desafío que ya no puede posponerse.
La Hermana, planteó varios de los interrogantes que dicho llamado ha suscitado:
- ¿Cómo ampliar los espacios para las mujeres dentro de la Iglesia?
- ¿Cómo contribuir para que ellas ocupen roles en la toma de decisiones?
- ¿Cómo hacer para que la riqueza de su pensamiento sea reconocida y valorada?
- ¿Qué podemos hacer para que la teología elaborada por ellas desde hace décadas, esté presente en los círculos oficiales del mundo teológico?
Respondiendo a estas inquietudes, la
Hermana apuntó que éstos y otros cuestionamientos no se resuelven tan
sólo haciendo cambios funcionales, sino que es preciso el reconocimiento
profundo de que las mujeres también somos Iglesia. Dicha participación
de las mujeres en la Iglesia, abre una multiplicidad de temas por
demás complejos, tales como: la manera de entender la relación
hombre-mujer, la forma de pensar lo masculino y lo femenino a la luz del
acto creador, la dinámica de concebir la visión de comunión “koinonia” de la Iglesia, y su postura al interior de los ministerios de poder “potestas” y de servicio “diakonia”.
Enfatizó en las dificultades que las
mujeres han encontrado y encuentran al participar en la vida eclesial
dentro de las diversas culturas y de la falta de reconocimiento,
visibilización y valorización del trabajo pastoral confiado a las
mujeres, el cual, no les concede ninguna autoridad, ya que se inserta en
la trama que vive la comunidad eclesial en lo sencillo y lo cotidiano.
Destacó que, es necesario abrir la posibilidad de repensar el rol de las
mujeres en la Iglesia y replantear el de los hombres, para trazar
nuevas responsabilidades paritarias para ambos, de acuerdo a las
directrices indicadas por el Papa Francisco, las cuales invitan al
combate de los prejuicios, reivindicaciones y sospechas en aras de la
disponibilidad de construir juntos y juntas. La Hermana Melone finalizó
su saludo con una frase contundente y llena de certeza: “Nosotras, mujeres de la Iglesia, no somos huéspedes, sino somos Iglesia y queremos serlo siempre más intensamente”.
El Cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente
del Consejo Pontificio de la Cultura y de la Comisión Pontificia de
Arqueología Sacra en el Vaticano, dirigió unas palabras a manera de
saludo, aduciendo que, “siempre un saludo, es una reflexión personal”.
El Cardenal inició reconociendo que la presencia de la mujer a lo largo
de la historia ha sido invisibilizada y hasta humillada, más en ello no
se debe uno de detener sino, que hay que superar el pasado, ya que el
tribunal de la historia será quien lo juzgue. Ravasi invitó a la
audiencia presente a ir más allá, a tener una mirada que apunte hacia el
futuro sin recriminación ni crítica del pasado, “Hay que archivar ciertas cuestiones, para superarlas.”
En un tercer momento se le otorgó la
palabra a la Maestra Cettina Militello quien desarrolló la conferencia
magistral, cuyo título fue: “Modelos pasados: desafíos actuales”. Su
ponencia fue realmente ejemplar en todos sentidos, ya que la Maestra fue
prudente y a la vez sumamente valiente al decir las cosas por su
nombre. Inició reconociendo que la afirmación del Cardenal en cuanto a
superar el pasado, ponía en “crisis” el título de su conferencia, ya que
ella quería empezar su discurso y así lo hizo, precisamente por asumir y
reconocer los modelos del pasado.
Cettina Militello subrayó, que para
comprender la situación actual de las mujeres, y su proyección hacia el
futuro, son necesarias dos cosas: reconducir los modelos del pasado y
abrirse a un diálogo intercultural. Sostuvo, que es indudable que la
misoginia bíblica es un discurso inculturado, ya que aunque sabemos bien
que el amor humano es un reflejo del pacto que Dios mantiene con su
pueblo; el paradigma del amor de pareja que se proclama, recalca en la
relación nupcial la potencialidad divina del hombre y el límite de la
mujer como creatura. Así que la misma categoría esponsal establece una
relación dispar entre el hombre y la mujer a nivel social, religioso y
moral.
La Maestra hizo referencia a la
diversidad de escritos neotestamentarios en los que gracias a estudios
elaborados (muchos de ellos, actualmente en investigación), se vislumbra
un discipulado de iguales en la comunidad jesuanica. Sin embargo,
continuó, sabemos con bastante claridad que una parte del discipulado
original, viene mediado por los hagiógrafos que inevitablemente
transmiten al pueblo su visión antropo-religiosa patriarcal.
Cettina subrayó que el cristianismo
aporta una novedad, ya que el hecho de formar parte de esta comunidad no
conlleva ninguna discriminación. La iniciación cristiana, es idéntica
tanto para los hombres como para las mujeres. Sin embargo, la
equivalencia en el orden de la gracia, no supone una analogía en el
plano social ni jurídico, la mujer se mantiene subordinada a lo largo de
la historia y por ello excluida de una subjetividad de tipo religiosa,
política y moral. Las mujeres enfrentadas ante situaciones adversas, han
buscado reconstrucciones alternativas ya que siempre han estado y han
ejercitado su sacerdocio, su realeza y su profetismo.
Después de analizar los modelos de las
mujeres del pasado, hasta llegar al siglo XX, apuntó que a la vista del
naciente feminismo y a pesar de la apertura del Concilio Vaticano II, la
Iglesia ha tenido una sola preocupación: salvaguardar lo específico
femenino. El que las mujeres empezaran a trabajar saliendo del ámbito
privado para ocupar puestos en el ámbito público, y el que obtuvieran el
derecho al voto, se consideró como una amenaza, la cual provocó que los
modelos transitaran de la desigualdad a la paridad desigual, sin poder
evitar que la mujer siguiera estando subordinada a la autoridad del
padre, del marido, del varón, tanto en la esfera social como en la
eclesial.
El periodo posconciliar significó un gran
avance para las mujeres, sobre todo en el acceso que tuvieron al
estudio de la teología. Éste hecho les aportó una serie de herramientas
con las que fueron capaces de cuestionarse sobre su rol y presencia en
la Iglesia. El punto de mayor tensión destacó Militello, ha sido la
discriminación de las mujeres del Ministerio del Orden. Puntualizó que
en 1994, el acceso de las mujeres al Ministerio del Orden en la Iglesia
Anglicana, provocó que la Iglesia Católica diera por concluidas las
cuestiones debatidas y el tema quedara cerrado.
Dicho lo anterior, Milittello prosiguió
su ponencia abordando el problema al cual el Cardenal Ravasi se refirió
como uno de los más dramáticos ante el horizonte presente: la cuestión
de género. El género como objeto clasificatorio, ofrece la ventaja de
desenmascarar el hecho de que los roles que desempeñan hombres y mujeres
han sido asumidos de manera natural. A su vez agregó que contra la
negación del valor original de la sexuación la Congregación de la
Doctrina de la Fe, ha estigmatizado la categoría de género, reconociendo
la antropología de los sexos sobre constructos de modelos
tradicionales. Afirmó, que las preocupaciones legítimas de los
enfrentamientos de las teorías radicales de género, llevaron tanto al
Papa Benedicto XVI, como al Papa Francisco a satanizar la categoría de
género.
En este sentido, señaló, que en tiempos
posconciliares se habla de la gran diversidad de modelos actuales, como
el de una igualdad indiferenciada, el de la complementariedad y el de la
reciprocidad, con el cual ella se siente más cómoda ya que: “permite tanto a hombres como a mujeres, reconocerse en su diferencia como seres plenos y en autónomos”.
Destacó que uno de los desafíos del hoy,
es la llamada a la Iglesia a adquirir una postura ideológica más
abierta, para estar más consciente de los desafíos que la interpelan, e
hizo una invitación a la Iglesia, a no cerrarse en una apologética que
al final como tantas veces en el pasado, desgraciadamente se volvió
improductiva y estéril. Además añadió, es indispensable para el futuro
de nuestras comunidades, hacer una lectura equilibrada, no mitológica de
la relación entre los sexos. Esta frase la ilustró destacando el don de
profecía, el cual implica discernimiento, capacidad crítica y lectura
de los acontecimientos presentes para orientarlos hacia el futuro. Todas
estas son cosas que las mujeres pueden y deben hacer para potenciar el
crecimiento de la comunidad cristiana. Si partimos de la premisa, que
las mujeres somos Iglesia, debíamos gozar de una total participación
como derecho que los sacramentos de iniciación nos conceden.
Una Iglesia Católica, apuntó, con mayor
presencia femenina en los puestos de liderazgo y con capacidad de
decisión, contribuiría definitivamente a mejorar no sólo a la Iglesia,
sino a la humanidad, siempre y cuando no se recalcase el acento
solamente en la reivindicación de los puestos de poder. Las mujeres,
están contribuyendo de manera directa a la reforma de la Iglesia,
intentando superar los modelos obsoletos de poder, aprendiendo y
proponiendo vivir en un modelo de verdadera comunión
Antes de concluir su discurso, la Maestra
Cettina, definió el modelo occidental de la Iglesia Católica, como
modelo eurocéntrico. Empleó la metáfora de la diversidad de lenguas
escuchadas en Pentecostés, para preguntarse, ¿cuál es la lengua que debe
vehicular la voz de las mujeres de los otros continentes? ¿Cuál es el
ejercicio de corresponsabilidad que se les presenta en el horizonte de
sus iglesias? ¿Cómo incluir sus voces y reconocer la gran diversidad
cultural en el quehacer teológico? Es urgente superar los modelos
culturales occidentales, promoviendo un diálogo intercultural y
liberando del colonialismo a otras culturas.
Este hecho ya no es un camino opcional,
Europa ya no es el corazón del mundo, el centro se ha desplazado.
Necesitamos escuchar las voces de las mujeres de todo el orbe, que
revisen su pasado para que lean críticamente los acontecimientos
presentes y que se abran a la profecía de un futuro diverso del cual han
sido herederas. Para finalizar, apuntó que ya no podemos mantenernos
indiferentes ante las injusticias actuales, el hambre, la pobreza, las
persecuciones religiosas, la imposición de una ideología religiosa sobre
otra. Tenemos que aceptar la energía nueva que aportan a la Iglesia
todas las culturas.
Después de un breve descanso, tuvo lugar el Panel: “Las mujeres y la Iglesia Católica en el mundo”, moderado
por Flaminia Giovanelli, subsecretaria del Consejo Pontificio de
Justicia y Paz. En él, presentaron a grandes rasgos, la situación actual
de las mujeres en los siguientes continentes:
La Hermana Gloria Wirba de Camerún, lo hizo por África.
Carolina del Río, teóloga chilena por Latinoamericana.
La Hermana Carol Keehan de Estados Unidos, por su país.
La italiana María Giovanna Ruggieri, por la Unión Europea.
Y la Hermana Helen Leung de Hong Kong por Asia.
Debo decir, que sus intervenciones fueron
un tanto cuanto generales, debido al límite de tiempo, y a la
dificultad de abarcar la compleja variedad de experiencias de las
mujeres de todo un Continente. Sin embargo, me parece importante
mencionar aunque de manera sucinta, el centro del mensaje de la teóloga
chilena, ya que ella precisó: “existen dos fenómenos que ocupan un
papel preponderante en la configuración de identidades en el Continente
Latinoamericano, el machismo y el “marianismo”.
El primero dijo, se basa en la idea de
superioridad del hombre sobre la mujer. Y el segundo, la ambigüedad de
la imagen de la Virgen, que se ha utilizado para manipular y marginar a
la mujer latinoamericana. Invitó a reconsiderar la sobre exaltación que
se ha hecho de la maternidad de María para desde ahí, revisar los roles
sociales y eclesiales impuestos a las mujeres latinas.
Por la tarde, nos reunimos en grupos de
trabajo, previamente asignados de acuerdo a nuestro idioma. Se nos pidió
reflexionar en común y sacar tres ideas fundamentales con sus
respectivas propuestas de lo expuesto por la mañana. Una vez terminado
este trabajo, pasamos de nuevo al auditorio de la Universidad en donde
cada representante de grupo expuso de manera sintética las pautas
reflexionadas. Los aportes vertidos por los grupos fueron los
siguientes:
- Las mujeres deben ocupar ya los roles de liderazgo y los puestos de decisión en la Iglesia. Al igual que deben ejercer con plenitud su capacidad profética.
- Incluir la categoría de género no sólo en el discurso sino en lo cotidiano de nuestra vida, para sensibilizarnos y capacitarnos a reconocer y a acoger la diversidad.
- Reconocer que para lograr un cambio real de las estructuras, y de las relaciones entre hombres y mujeres debemos transformar primero nuestras conciencias de una manera conjunta.
- Se propuso que la educación es indispensable para lograr este cambio significativo por ello las mujeres deben tener completo acceso a ella. También, se les debe facilitar el acercamiento a la teología para que sean capaces de revisar y actualizar la eclesiología, la mariología, etc. Y además, ésta teología debe estar permeada por la diversidad de voces de las mujeres y de sus experiencias.
- Se sugirió también, que la historia se debe revisar críticamente para comprenderla, asumirla y cambiarla de cara al futuro. Para ello se deben leer, rescatar y escuchar las historias de las mujeres del pasado. Se deben escribir las historias de las mujeres del presente, tomando en cuenta, los distintos ambientes socio-culturales, para dejar un legado de modelos referentes a las generaciones futuras.
- La Hermana Mary Melone concluyó la jornada afirmando que: “ya es hora que la Iglesia deje de hablar de la mujer y se disponga a hablar con las mujeres”.
Antes de concluir, quiero compartir
brevemente mi apreciación en torno al Congreso. Considero que éste, es
un hecho sin precedentes, ya que se llevó a cabo en Roma, dentro de una
instancia pontificia, y en dónde estuvieron representantes de alrededor
de treinta países. Nos reunimos mujeres y hombres, laicas y laicos,
religiosas y religiosos, novicias y seminaristas, profesoras y
profesores de las más variadas disciplinas, teólogas y teólogos,
diplomáticas y diplomáticos. En fin, una diversa gama de seres humanos
con un objetivo común, visibilizar y acreditar la presencia de las
mujeres en la Iglesia. Las organizadoras y organizadores coincidieron en
que, eventos como éste, tienen que repetirse en un futuro no
lejano (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus
artículos, indicando su procedencia).
https://eclesalia.wordpress.com/2015/06/03/mujeres-en-la-iglesia-perspectivas-en-dialogo/
No hay comentarios:
Publicar un comentario