“Somos las manos y el corazón de la Iglesia, pero se nos niega la palabra, tener voz y voto”
Las mujeres católicas han iniciado una Revuelta imparable para construir una Iglesia más igualitaria y justa; en definitiva, más acorde con el mensaje de Jesús de Nazaret. En este Jueves Santo tan extraño a causa del Covid19, hablamos con Pilar y Mercedes, de la Plataforma de Mujeres Cristianas de Sevilla, sobre sus reivindicaciones y sus referentes.
“El primer día de la semana, al rayar el alba, volvieron al sepulcro llevando los aromas preparados. Y se encontraron con que la piedra había sido rodada del sepulcro. Entraron y no encontraron el cuerpo de Jesús, el Señor. Mientras ellas estaban desconcertadas por esto, se presentaron dos varones con vestidos deslumbrantes. Ellas se asustaron y bajaron los ojos; ellos les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado. Recordad lo que os dijo estando aún en Galilea, que el hijo del hombre debía ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y resucitar al tercer día”. Ellas se acordaron de estas palabras. Regresaron del sepulcro y contaron todo a los once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas las que decían estas cosas a los apóstoles.” (Lucas 24, 1-10).
El próximo sábado en las Iglesias de todo el mundo se encenderá el Cirio Pascual y las campanas tocarán a Gloria para celebrar el acontecimiento más importante para un cristiano: la Resurrección de Cristo. Es la Resurrección y no la cruz la que da sentido al mensaje de Jesús. Es la vida y no la muerte su legado más importante. Y fue a las mujeres a las que les fue revelado en primer lugar este misterio.
Son las mujeres las que sostienen la actividad diaria de la Iglesia, son las mujeres las que cuidan a los enfermos, son las mujeres las que llenan los templos. Y, sin embargo, su labor es absolutamente invisible. Como en el relato de la Resurrección del Evangelio de Lucas, que continúa así: “Aquellas palabras les parecieron un delirio, y no las creían. Pero Pedro se levantó y se fue corriendo al sepulcro; se asomó, y sólo vio los lienzos; y regresó a casa maravillado de lo ocurrido.”
Revuelta de mujeres en la Iglesia
“Las mujeres somos mayoría en las tareas de base, parroquiales y de movimientos u ONGs. Llevamos para adelante catequesis, acompañamientos a enfermos, atención a las necesidades de las personas más empobrecidas… Somos las manos y el corazón de la Iglesia; pero se nos niega la palabra, tener voz y voto, tomar parte en las decisiones relevantes y los liderazgos”, nos cuentan Pilar Lasheras Amat y Mercedes López Herrera, integrantes de la Plataforma de Mujeres Cristianas de Sevilla, formada por unas 50 mujeres de asociaciones, parroquias, movimientos de base, ONGs o a título individual. Ahí encontramos mujeres de Asociación Mujeres y Teología de Sevilla (núcleo organizativo de la Plataforma), Comunidades de Vida Cristiana (CVX), HOAC Sevilla, mujeres de la parroquia de Pañoleta y de Coca, Cáritas de Camas, Fraternidad marianista, Colectivo de iguales, etc. El 29 de enero de 2020 iniciaron un grupo de WhatsApp. El 11 de febrero tuvieron su primera reunión. Y el 1 de marzo fue uno de los grupos que se unieron a la Revuelta de mujeres en la Iglesia, un movimiento que ha venido para quedarse “hasta que la igualdad sea costumbre”, con una concentración en la Catedral de Sevilla a la que acudieron más de 200 mujeres.
Pilar Lasheras tiene 68 años, es médica, aunque actualmente está jubilada, y madre de dos hijos. Lleva toda la vida en movimientos eclesiales de base “que me han hecho renovar y crecer en la Fe”: Comunidades cristianas populares, la HOAC (Hermandad obrera de Acción Catolica) y Mujeres y Teología de Sevilla. Ha colaborado en parroquias de barrios periféricos, en alguna formando parte del consejo parroquial. Estudió en la Escuela de Teología para seglares, aunque no llegó a completar los 3 cursos. Actualmente, es miembro de la Asociación Iniciativa Cambio Personal, Justicia global “que pretende unir el trabajo por la Justicia y el cultivo de la espiritualidad en un sentido amplio, unida o no a un camino religioso determinado”, y representando a esta asociación está en el Movimiento Interreligioso de Sevilla y en la Plataforma Somos Migrantes.
Mercedes López, por su parte, tiene 66 años está casada, tiene una hija, un hijo y dos nietos. Le encanta la música, el teatro y el cine. Militante desde su adolescencia en el movimiento obrero contra la dictadura franquista y militante feminista “desde la referencia del proyecto igualitario de Jesús de Nazaret”. Es enfermera jubilada y teóloga feminista. Tiene un máster en Espiritualidad Transcultural por la Universidad Loyola Andalucía. Es presidenta de la Asociación de Mujeres y Teología de Sevilla y cofundadora de EFETA. Es Premio Clara Campoamor y Premio de la Mujer de la ciudad de Sevilla. Integrante del Forum de Política Feminista de Sevilla, de la Asociación de Teólogas Españolas (ATE) y de la Asociación de Teólogas Europeas (ESTRW).
Esta Revuelta, que se organiza “de una forma muy espontánea, a través de los grupos de mujeres cristianas que se reúnen para reflexionar juntas y pasando información a los contactos de cada una para sumar apoyos”, no es algo nuevo y, como todas las luchas feministas, bebe de las que las precedieron: “Podríamos decir que tenemos un antecedente en la manifestación del año 2000 ante la catedral de Madrid, con motivo del Jubileo de las Mujeres. Ahora, reaccionamos al ver frustrada la expectativa de que, con el Sínodo de la Amazonía, comenzarán a producirse avances importantes en el papel de las mujeres en la Iglesia. Por tanto, llegaba el momento de alzar nuestra propia voz para reclamar la igualdad que se nos debe”, nos cuentan estas cristianas.
También al igual que el resto de feminismos, la Revuelta de mujeres en la Iglesia traspasa las fronteras, pero respetando la autonomía de cada grupo. En Andalucía son cada vez más y esperan seguir creciendo después de esta pandemia que lo ha paralizado todo, también las luchas: “La principal coordinación es a través de las relaciones que hacemos en los encuentros nacionales y europeos, que luego sirven para pasar informaciones de las actividades y publicaciones de cada lugar. Es una red muy informal y voluntaria, de momento, pero que podría desarrollarse más formalmente, en un futuro próximo. Depende de las decisiones que se vayan tomando en cada grupo. En Andalucía, comenzamos con la concentración del 1 de marzo en Sevilla. Estaba prevista la de Granada para el 15; pero se tuvo que desconvocar con el estado de alarma. También se estaba iniciando la organización en Huelva, Córdoba, Málaga… Cuando termine el confinamiento, se continuarán los contactos iniciados y los nuevos que vayan surgiendo”, relatan Pilar y Mercedes.
¿Y si Dios fuera mujer?
Les hacemos esta pregunta esperando, lo confesamos, que pongan en valor el lado “femenino” de Dios: el amor, la ternura, los cuidados, etc; y, sin embargo, nos dan una magnífica lección de feminismo con su respuesta: “Dios es padre y madre, por lo tanto, hombre y mujer”, nos dicen. “Es un término o una palabra para poder expresar la grandiosa experiencia del amor, de la misericordia, de la compasión, de la belleza, de la libertad, de la verdad que constituye la felicidad para todas las especies, para todo el cosmos, añaden”. Porque para estas creyentes, “es imposible reducir todo ello a hombre o mujer, la experiencia amorosa no puede reducirse a construcciones culturales patriarcales y androcéntricas, Dios es la experiencia trascendente de nuestra humanidad”. Y, concluyen: “Nosotras, las cristianas, creemos en el Dios de Jesús, que nos concreta su capacidad paternal y maternal”. Toma ya deconstrucción de géneros.
Les preguntamos también por sus referentes y nos vuelven a dar otra lección: “Es difícil responder en nombre de todas, somos un movimiento muy plural y diverso”; aunque sí citan a un par de teólogas feministas: la brasileña Ivone Gebara y la alemana Elizabeth Shussler Fiorenza, ambas emparentadas con la teología de la liberación, pero superándola ampliamente desde el feminismo. Gebara, por ejemplo, fue censurada por el Vaticano en 1994 por defender el aborto. Durante su exilio europeo defendió su tesis, “El mal visto desde la mujer”, en la que ponía voz a muchas de las situaciones de violencia que viven las mujeres.
La Biblia está llena de mujeres contrahegemónicas. Solo hay que saber mirar y encontraremos a Judith, a Noemí y Ruth o a María Magdalena. Y en eso de mirar la Biblia con gafas moradas “llevamos muchos años diferentes grupos de mujeres de parroquias, comunidades de base… pero especialmente en este sentido están los grupos de Mujeres y Teología de España del que se acaba de publicar: La mística femenina y su reflejo en los grupos de mujeres y teología de España, editado por Mercedes López, un relato ilustrativo que se puede consultar gratuitamente en la editorial Bubok”.
Igualdad para las mujeres en los ámbitos eclesiales
Al preguntarle qué reivindica esta Plataforma, afirman que “lo central es la exigencia de igualdad para las mujeres en los ámbitos eclesiales; que las mujeres seamos reconocidas como sujetos de pleno derecho, con voz y voto en todos sus estamentos y valoradas por nuestros talentos y carismas”. Para el cristianismo, Dios nos otorga a cada persona un don que debemos poner al servicio de la comunidad, eso son los carismas. Pero parece que Dios a las mujeres solo nos tiene reservado el don de los cuidados y eso es cosa de hombres, no divina. Es la hora de repartir los cuidados, también en la Iglesia: “Cuidar a otras personas nos humaniza. Es un aprendizaje esencial y los hombres que se dedican a ello, demuestran que también lo pueden hacer bien. El seguimiento de Jesús es un continuo ejercicio de cuidado amoroso al prójimo. Aprender a cuidar debería ser una asignatura importante en la escuela”, nos dicen.
Por desgracia, nada original en el resto de violencias que sufren las cristianas en su día a día: “Denunciamos la desproporción entre el número de teólogas preparadas y los puestos docentes o de responsabilidad en las facultades de Teología a los que consiguen acceder. Hay una cerrazón injustificable teológica y humanamente ante el acceso al diaconado y presbiterado femenino que precisa un cambio urgente para atender las necesidades de las comunidades cristianas. La mayoría de las mujeres que participamos en la revuelta, estamos implicadas en alguna de esas tareas y nos topamos frecuentemente con los autoritarismos, silenciamientos, desprecios e impedimentos que perpetúan, sin ninguna autocrítica, la hegemonía masculina”.
Ni siquiera de la violencia sexual se está libre en el seno de la Iglesia. El pasado enero, el Observatore Romano, hablaba de la situación de “burnout” de muchas religiosas y el panorama de abusos laborales y sexuales que planteaba era demoledor, llegando en muchos casos a situaciones de estrés postraumático. Ante eso, el Vaticano ha anunciado que creará una comisión para ayudar a estas mujeres. ¿Es suficiente? “El clericalismo es la causa de muchos males en la Iglesia como esta dolorosa violencia ejercida sobre mujeres religiosas y laicas, además de las otras formas de violencias lamentables. Más importante que la creación de comisiones, es la denuncia y depuración de esos comportamientos para acabar con ellos cuando se produzcan y no se vuelvan a repetir”, nos contestan desde la Plataforma de mujeres cristianas de Sevilla. Para Pilar y Mercedes, “ésta es otra razón más, y de peso, para que haya mujeres en las estructuras que aporten confianza en las denuncias y fiabilidad en las reparaciones.”
Las mujeres también son Iglesia
Cuando hablamos de Iglesia tendemos a pensar en los curas, los obispos, el Vaticano… La Iglesia es también eso, pero es mucho más. Para una persona católica Iglesia es cada uno de sus miembros. Pilar y Mercedes nos lo recuerdan al hablar con ellas: “la Iglesia no es sólo la jerarquía eclesiástica y su concepción piramidal del poder, este es un concepto ya superado, como lo está defendiendo el Papa”. “La Iglesia, pueblo de Dios, somos todos y todas las cristianas comprometidas con el proyecto igualitario de Jesús de Nazaret, otra cosa es la estructura ancestral que han construido desde el poder y no desde el Evangelio”, nos explican. “Los cambios ya están produciéndose desde hace mucho, en grupos y en comunidades eclesiales, pero en una dialéctica de posiciones muy diferentes”, añaden.
Y en esos cambios las manos y los corazones de estas mujeres son esenciales para hacer realidad el mensaje de Jesús. “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. Que como yo os he amado, así también os améis unos a otros” (Juan 13, 34).
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